¿Qué hago con mi vida? ¿A qué quiero dedicar mis años? Son solo algunas de las preguntas que todos nos hacemos en algún momento de nuestra vida, especialmente en la edad en la que hay que tomar decisiones relacionadas con el ámbito profesional, como por ejemplo si estudiar o no una carrera universitaria, o cuál es la profesión más adecuada para nosotros. Y no sé a qué dedicarme es una de las más habituales. A lo largo de este artículo vamos a intentar ayudarte a ver un poco más claro qué salida profesional puede ser acertada para ti, y te daremos una serie de consejos para plantearte (o replantearte) tu futuro.
Vocación: el camino más fácil
Hay personas que tienen una clarísima vocación desde mucho tiempo atrás: es algo que ocurre con frecuencia en profesiones como la docencia o las que están relacionadas con la medicina. En estos casos, la decisión es mucho más sencilla: teniendo clara la meta, tan solo es necesario recorrer el camino que lleva a ella, por duro que sea. Sin embargo, no todo el mundo tiene una vocación definida (o es consciente de ella en el momento de tomar decisiones), y en estos casos puede resultar más complicado, y aparece la temida reflexión: no sé a qué dedicarme. Hay una cita muy célebre de Confucio que lo resume a la perfección: “elige un trabajo que te guste y no tendrás que trabajar ni un día de tu vida”. Por eso, el primer paso para decidir a qué dedicarte es tener claro qué te gustaría hacer durante toda tu vida laboral.
5 pasos para elegir tu camino
- ¿Qué te gustaría hacer? Reflexiona, pregúntate a ti mismo qué cosas te importan o te gustan, con qué causas te sientes comprometido, cuáles son tus motivaciones personales. A la hora de elegir es importante diferenciar entre querer y deber, y tomar una decisión que esté alineada con tus aspiraciones y deseos. Tu carácter y tu personalidad son básicas a la hora de hacerlo: si te gusta ayudar a los demás, si tu pasión es enseñar, si eres una persona muy creativa o si cocinar es lo que más satisfacción te da en el mundo, intenta tirar por ese camino. Tus hobbies y aficiones son también fundamentales: tenlos muy en cuenta.
- Piensa en cómo te ves en el futuro. ¿Cómo será tu vida dentro de diez o de veinte años? ¿Cómo te gustaría que fuera? Por medio de esta reflexión puedes afinar un poco más en tu búsqueda. Después de preguntarte a ti mismo, pregúntale a tu “yo” del futuro.
- Puede que no tengas claro qué quieres hacer… pero seguro que sí sabes qué no quieres hacer. Haz dos listas paralelas: una de lo que te gusta hacer, y otra de lo que no. Si te gusta o no trabajar de cara al público, si quieres una ocupación mecánica o creativa, si prefieres la libertad del autónomo o la seguridad del asalariado… Te ayudará a aclarar tus ideas.
- Piensa en lo que conlleva cada trabajo: no solo el trabajo en sí, sino la vida que implica. Por ejemplo: ¿te gustaría estar permanentemente viajando, o quieres poder disfrutar a diario de tu familia? ¿Quieres una vida ordenada, con horarios y tareas muy marcados y regulares, o prefieres la improvisación? ¿Te sentirías bien ayudando a los demás o tu gran empatía te haría sufrir demasiado por su dolor o sus problemas? Son algunas de las preguntas que puedes hacerte para ir centrando tus ideas.
- Analiza tus características, cualidades y virtudes: si eres una persona muy organizada o más impulsiva, si te gustan más las ciencias o las letras, si te encanta el trato con los demás o eres más introvertida… Ve valorando opciones y descartando aquellas que no van contigo.
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Una vez que tengas claros estos cinco puntos, y con tus listas sobre la mesa, seguro que empezarás a ver la luz al final del túnel y darás con aquello que estás buscando. ¡Escúchate y emprende tu camino!
