¿Te sientes con un estado de ánimo negativo?

Podemos definir el estado de ánimo negativo como la imposibilidad de ver el lado bueno de las cosas. Hay personas que, por naturaleza, son más negativas y pesimistas, y tienden a ver el lado malo de las cosas, ya sea por su propia experiencia vital, como un mecanismo de defensa, o debido a circunstancias externas que afectan en el plano emocional. En el lado opuesto se encuentran las personas optimistas, capaces de ver el lado bueno a prácticamente cualquier circunstancia, y si no lo ven, buscarlo.

Este tipo de personas tendrán pensamientos como por ejemplo “lo que sucede conviene, y todo pasa por algo”, “cuando se cierra una puerta se abre una ventana”, “en el fondo siempre hay que dar gracias por algo” o “la esperanza es lo último que se pierde”; mientras que una persona pesimista se dirá a sí misma: “si algo puede salir mal, saldrá mal”. No te pierdas nuestra selección de frases para empezar bien el día y ser más optimista.

Por lo general, las personas negativas no son capaces de tener en cuenta lo positivo de una situación, y solo se fijan en la parte negativa, lo que contribuye a retroalimentar su estado de ánimo negativo. Sin embargo, el estado de ánimo negativo se puede mejorar, ya sea uno mismo, o, si es necesario, pidiendo ayuda a un especialista.

¿Por qué se produce?

Hay muchos factores que intervienen a la hora de tener un estado de ánimo negativo, tanto internos como externos. Entre los factores internos más comunes destacan el estrés, el cansancio, la falta de sueño y el exceso de trabajo. No poder satisfacer alguna necesidad fisiológica (como comer, beber, dormir o ir al baño), los cambios hormonales (por ejemplo en la pubertad, durante la menstruación, en el embarazo o la menopausia…), son otros de los más frecuentes. 

Los factores externos pueden ser de lo más variados: problemas en las relaciones interpersonales, el clima (está demostrado que los días grises, lluviosos y fríos acentúan los estados de ánimo negativos en muchas personas), la actualidad informativa y las noticias (que pueden generar mucho estrés y ansiedad), una alimentación pobre en nutrientes, el consumo de drogas y alcohol… 

Otros factores externos también favorecen el estado de ánimo negativo, como la contaminación acústica o la mala calidad del aire, así como la toma de ciertos medicamentos. Además, el estado de ánimo negativo puede estar también relacionado con enfermedades tanto físicas como mentales: el dolor crónico, la ansiedad y la depresión, el trastorno bipolar… 

Lo más importante cuando hay un estado de ánimo negativo es ser capaz de descubrir el porqué, y si está afectando a nuestra calidad de vida, lo mejor es acudir cuanto antes a un especialista en salud mental para evitar que vaya a más.

Cómo lidiar con un estado de ánimo negativo

Aunque para una persona que siempre ha sido pesimista puede resultar complicado, el primer paso para salir de un estado de ánimo negativo es ampliar las miras y darse cuenta de que prácticamente todo (dejando al margen grandes desgracias como puedan ser la guerra o las catástrofes naturales) puede tener un lado positivo, aunque de un primer vistazo pueda costar ser consciente de ello.

Si conseguimos desarrollar una forma de ver el mundo menos selectiva, y ver las cosas más objetivamente, estaremos dando un gran paso para mejorar el estado de ánimo. Cuando somos capaces de analizar una situación viendo el lado bueno y el malo tenemos más capacidad de control, lo que favorece que no seamos tan negativos.

Aunque tendemos a dividir los sentimientos y las emociones entre buenos y malos, hablamos de algo muy sutil, y a menudo pueden ser mixtos, cuando hay elementos agradables que se mezclan con otros dolorosos. 

La nostalgia, por ejemplo, cuando perdemos a un ser querido, está teñida de tristeza y añoranza, pero también de amor, recuerdos y sentimientos agradables. Ocurre algo parecido con la decepción, donde la traición o el desengaño han empañado sentimientos positivos como la confianza, cuestionando nuestra visión del mundo. Por eso es importante aceptar que no todo es blanco o negro, y que existe una escala de grises casi infinita. 

El estado de ánimo positivo nos hace ver el mundo con confianza y seguridad, estar dispuestos a disfrutar de lo que nos rodea, mientras que el negativo nos fuerza a estar vigilantes, a cerrarnos en nosotros mismos, ser prudentes y concentrarnos en lo que nos parece peligroso o supone un problema.

Pero hay que saber que los estados de ánimo negativos nos pueden ayudar a crecer como personas, siempre que seamos capaces de superarlos y no caer en la depresión. Es imposible no tener estados de ánimo: podemos intentar reprimir o disimular cómo nos sentimos, pero si lo hacemos estaremos rechazando nuestra parte más humana, y privándonos de algo muy valioso: la capacidad de superar las adversidades.

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