Contour cara alargada: trucos de maquillaje para sacarle partido

El contour o contouring es una técnica de maquillaje que llevan décadas utilizando los maquilladores profesionales, tanto en el cine como en el mundo del espectáculo, y que se basa en el uso estratégico de las luces y las sombras para realzar los volúmenes y los rasgos y conseguir un efecto más armónico en el rostro. Pese a que, como decimos, no es algo nuevo, sí que ha sido reciente su popularización, con celebrities como Kim Kardashian abanderando este método. De un tiempo a esta parte han aparecido todo tipo de productos específicos para el contouring, así como distintos trucos y técnicas para el contorneado facial.

Cara alargada: aspectos a tener en cuenta

Por lo general, las caras alargadas suelen tener varios rasgos comunes, además de la morfología. Los pómulos suelen ser estrechos y poco marcados (por eso, serán uno de los puntos claves a la hora de realizar el contouring), a menudo presentan un ancho similar en los tercios superior e inferior del rostro (es decir, en la frente y en la zona de la mandíbula), lo que exige armonizar un poco el conjunto, y, además, frecuentemente cuentan con una barbilla bastante pronunciada, estrecha y alargada.

Sácate partido: el contouring, tu aliado

En el caso de las caras alargadas, por lo tanto, lo que vamos a intentar con el contouring es suavizar esa verticalidad que da a menudo un aspecto de languidez y de alargamiento extremo, aportando volumen en la zona media del rostro, con un protagonismo especial de los pómulos, y afilando ligeramente tanto la zona de las sienes como la de la mandíbula en dirección al mentón, para crear volúmenes llenos de armonía en el rostro. Antes de empezar a maquillar, sonríe frente al espejo y fíjate muy bien en la zona de las mejillas que queda realzada: ahí será donde habrá que potenciar al máximo para conseguir un efecto más armónico.

Potencia tus rasgos paso a paso

Una vez que tengas tus productos de maquillaje de contouring, ya sean en barra o en formato paleta, empieza dibujando suavemente con el tono más oscuro una V debajo de tu pómulo: de esta manera potenciarás los pómulos. Marca también la línea de la mandíbula y la de la frente para conseguir un aspecto más anguloso, no tan uniforme y vertical. Realiza siempre trazos cortos (evita los trazos largos, que alargan aún más el rostro), y difumina muy bien con ayuda de los dedos o con un pincel hasta que los trazos sean imperceptibles.

A continuación, con el tono más claro, ilumina todo el pómulo, así como el dorso de la nariz, el hueso bajo el arco de las cejas y la zona del arco de Cupido (justo encima del labio, bajo la nariz). Difumina con mucho cuidado integrando ambos tonos, bien con los dedos, con pincel o con una esponja, y, para terminar, puedes aplicar una capa de polvos sueltos con ayuda de una brocha grande, que te ayudará a unificar y conseguir un aspecto más pulido. ¡Listo!

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